EUROPA
PRESS
13 febrero
2018
Tres hábitos que ayudan a perder peso, según la ciencia
Disminuir la
velocidad a la que comemos, además de recortar los refrigerios después de la
cena y no comer dentro de las dos horas previas a irnos a dormir, son comportamientos
que pueden ayudar a perder peso, sugiere un estudio publicado en la revista
digital 'BMJ Open'. Los científicos encontraron que los cambios en estos
hábitos alimentarios se asociaron fuertemente con una menor obesidad y peso
(índice de masa corporal --IMC--) y una menor circunferencia de la cintura.
Estos investigadores basaron sus hallazgos en los datos del
seguro de salud de casi 60.000 personas con diabetes de Japón que presentaron
quejas y se sometieron a chequeos de salud regulares entre 2008 y 2013. Los
datos de las reclamaciones incluían información sobre las fechas de las
consultas y los tratamientos, mientras que los controles incluían medidas de
peso (IMC) y circunferencia de la cintura, y los resultados de las pruebas de
química sanguínea, orina y función hepática.
Durante los chequeos, se preguntó a los participantes sobre
su estilo de vida, incluidos sus hábitos alimenticios y de sueño, así como el
consumo de alcohol y tabaco. Se les preguntó específicamente sobre su velocidad
de alimentación, que se clasificó como rápida, normal o lenta y si hacían algo
de lo siguiente tres o más veces a la semana: cenar dentro de las dos horas
anteriores a irse a dormir; tomar algo después de la cena; y saltarse el
desayuno.
Más de un tercio (36,5 por ciento) de los participantes se
hizo un chequeo durante los seis años, mientras que un tercio (29,5 por ciento)
tuvo dos. Uno de cada cinco (20 por ciento) se había hecho tres. Al comienzo
del estudio, unas 22.070 personas devoraron rutinariamente sus alimentos;
33.455 comieron a una velocidad normal; y 4.192 se demoraban en cada bocado.
Los que comen lentamente tienden a ser más saludables y tener un estilo de vida
más saludable que los que comen rápido o normal.
Alrededor de la mitad de la muestra total (poco menos del 52
por ciento) cambió su velocidad de consumo en el transcurso de los seis años.
Todos los aspectos de los hábitos alimenticios y de sueño estudiados, así como
el consumo de alcohol y la obesidad previa, definida como un IMC de 25 kg/m2 se
asociaron significativamente con la obesidad.
Un 42 por ciento
menos de probabilidades de ser obesos
Después de tener en cuenta los factores potencialmente
influyentes, los resultados mostraron que, en comparación con aquellos que
tendían a engullir sus alimentos, los que comían a una velocidad normal
registraban un 29 por ciento menos de probabilidades de ser obesos, aumentando
al 42 por ciento para los que comían lentamente.
Y a pesar de que las
reducciones absolutas en la circunferencia de la cintura --un indicador de un
abultamiento del estómago medio potencialmente dañino--, eran pequeñas, fueron
mayores entre los participantes en el estudio que comían a velocidad lenta y
normal. Comer piscolabis después de cenar y comer dentro de las dos horas de irse
a la cama tres o más veces a la semana también estuvieron
estrechamente relacionados con cambios en el IMC. Pero saltarse el desayuno no
lo estaba.
Este es un estudio observacional, por lo que no se pueden
extraer conclusiones firmes sobre causa y efecto, y la velocidad de la
alimentación se basó en una evaluación subjetiva, y los científicos tampoco
evaluaron la ingesta de energía o los niveles de actividad física, que pueden
haber sido influyentes.
Sin embargo, comer rápidamente se ha vinculado con la
tolerancia a la glucosa y la resistencia a la insulina. Posiblemente, esto se
deba a que los que comen rápido pueden tardar más tiempo en sentirse llenos,
mientras que esto podría ocurrir más rápido para los que comen lentamente, lo
que ayuda a frenar su ingesta de calorías, sugieren los investigadores.
Y concluyen: "Los cambios en los hábitos alimenticios
pueden afectar a la obesidad, el IMC y la circunferencia de la cintura. Las
intervenciones destinadas a reducir la velocidad de la alimentación pueden ser
eficaces para prevenir la obesidad y reducir los riesgos de salud
asociados".